
En Guadalajara, nada más sabroso que una torta ahogada acompañada de un chesco o una chela. En contraste, nada más desagradable que un político despachándose
a su antojo con las dos manos y haciendo la finta de que regalará al pueblo 60,000 ahogadas pa´promover
quesque la carne de puerco. Da como grima, ¿no?